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Pilar Pérez-Calvo Soler

Arquitecta del paisaje

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Control del fuego a través de la gestión del monte y la silvicultura

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  • por Pilar
  • en Destacados · Ordenación y Restauración del Territorio
  • — 16 Ago, 2010

Si consideramos que la armonía se logra cuando cada elemento está en su lugar, es necesario contemplar el paisaje como una unidad en la que todos los elementos se interrelacionan, e intervenir con un espíritu que englobe todos los aspectos que intervienen: sociales, económicos, ecológicos, paisajísticos, culturales, etc…

La correcta gestión del suelo forestal significa la posibilidad de una vida más plena en estos lugares, protegiendo nuestros montes de los incendios y consiguiendo al mismo tiempo un desarrollo más equilibrado y sostenible, y el aumento de la biodiversidad y belleza para el disfrute de todos


Para iniciarnos en la gestión silvícola de protección contra el incendio, es conveniente conocer los mecanismos del fuego. Analizamos en este capítulo su comportamiento en el bosque, y cómo influyen la estructura formal de la masa forestal, su naturaleza y composición, su ubicación estratégica, la gestión y cuidados a que ha estado y está sometida, etc.

El mecanismo del fuego

El fuego, para aparecer y desarrollarse, necesita tres elementos:

  1. Un combustible: la vegetación forestal
  2. El oxígeno del aire
  3. Un flujo de calor para subir suficientemente la temperatura inicial del combustible: corrientes de convección.

Sobre estos tres elementos es posible intervenir teóricamente para frenar el avance del fuego. Para influir sobre estos elementos básicos que necesita el fuego se pueden aplicar estos principios, combinables entre sí:

  1. Actuando sobre la masa combustible: tanto sobre su estructura creando discontinuidades verticales y horizontales, a través de la gestión forestal y el diseño paisajístico, como sobre la combustibilidad de dicha masa, utilizando especies poco combustibles y/o de combustibilidades diversificadas, así como gestionando y cuidando correctamente las áreas forestales de tal manera que logremos una reducción de la sequedade inflamabilidad.
  2. También podemos intervenir en la creación  de microclimas adecuados en el interior del bosque, como por ejemplo favoreciendo el desarrollo de Bosques de follaje denso y alto, en los que encontramos un nivel de humedad del aire mayor que en el exterior del bosque, la capa superficial del suelo más húmeda, y una velocidad del viento más baja a nivel del suelo.
  3. En algunos casos, actuando sobre las corrientes de convección a través de pantallas diversas, generalmente vegetales, y sobre todo a través de la estructura misma de las masas combustibles.
  4. Para todo ello es necesario conocer los cuidados a realizar en las fincas y su incidencia en la lucha contra el fuego, y también cómo incide el sistema de gestión que se realiza, en el tipo de bosque resultante.

Para propagarse, el incendio depende de variables complejas estructurales: orografia (pendiente y orientación) y continuidad de la masa combustible  y variables coyunturales: la meteorología (humedad relativa, viento y temperatura)

Analicemos ahora las actuaciones concretas que podemos realizar en el monte para la prevención de los incendios.

Necesidad de una correcta gestión y cuidados del monte en la protección contra incendios

La productividad del bosque como motor medioambiental

¿Sería viable, desde la perspectiva económica, lograr que los bosques estuvieran cuidados? ¿Cual es el interés que podemos tener la sociedad en general por ello?

La gestión correcta de los bosques, repercute en un conjunto de bienes para la sociedad en general: protección contra los incendios, biodiversidad, belleza, mejora de la accesibilidad a los bosques, etc… Pero para que esta gestión se lleve a cabo, los propietarios de los bosques necesitan ellos también encontrar un interés, que por lo general es el económico: la productividad. Este puede proceder de los productos y servicios que se obtengan del bosque y que dispongan de un mercado accesible, o bien del reconocimiento público de sus vitales servicios que prestan a la sociedad (externalidades positivas).
Antaño el bosque resultaba rentable: Mientras que hace 50 años una familia podía vivir bien con lo que le daban unas 200 hectáreas en una zona de buenas condiciones silvícolas, ahora suelen ser necesarias aproximadamente más de 1.000 ha… Los bosques de la mayoría de las zonas con riesgo importante de incendios, son de difícil gestión para lograr una rentabilidad, y esto hace que la mayoría se abandonen, en el convencimiento de que no son rentables. Esto tiene como consecuencia el desarrollo de masas vegetales  muy incendiables y de difícil control en caso de incendio.

Sin embargo, bien gestionados y con los cuidados necesarios pueden ofrecer unos beneficios nada despreciables.

Veremos más adelante cómo gestionar las fincas para lograr una mayor rentabilidad y protección contra el incendio, según condiciones concretas de cada lugar y las preferencias personales de cada uno.

Abandono de los bosques: elevada combustibilidad y mala accesibilidad

Así pues, esta menor rentabilidad y por tanto dificultad de gestión, ha provocado que muchos montes estén abandonados a su suerte, pues los propietarios no ven interés en su gestión. En esos bosques abandonados, el estrato arbustivo acostumbra a estar muy enmarañado, acumulando una gran cantidad de ramas secas (necromasa), que avivan y alimentan el fuego; los diferentes estratos se entremezclan: el herbáceo, arbustivo y el follaje de los árboles, por lo que es fuego se transmite rápidamente a las copas de los árboles, provocando así incendios muy violentos, muy difíciles de extinguir .
Por otro lado estos bosques acostumbran a tener difícil acceso, pues no disponen de una red vial en condiciones, lo que dificulta aún más la intervención de los bomberos en caso de incendio.

Y es que las pistas forestales que se realizan para cuidar las fincas, acostumbran a ser imprescindibles en caso de incendio, para acceder a los frentes de combate contra el fuego.
Estas pistas también son útiles a la sociedad en general, pues aumentan la riqueza del turismo sostenible haciendo accesibles paisajes y paseos.

Beneficios del cuidado del bosque

Para que el bosque esté sano y con vegetación vigorosa es necesario que esté cuidado, que se limpie, pode, aclare, corte, etc., en definitiva estar sometido a una gestión permanente. En las zonas donde se practica la silvicultura puntual, se calcula que se requiere una fuerza laboral equivalente a un trabajador por cada 100 hectáreas. Para disminuir la competencia por los nutrientes, se reduce el sotobosque lo que conlleva menos combustibilidad, y menor inflamabilidad, así como la movilización de nutrientes; el combustible sacado se transforma en humus, y antes de hacerlo permite mantener una mayor humedad bajo la capa de ramas cortadas (trituradas o no). Estos dos factores: mantenimiento de la humedad y aportación de humus son muy importantes. n bosque bien limpiado da cobijo a multitud de microorganismos e invertebrados que mejoran el suelo. Un bosque bien cuidado cambia el verde de sus copas; tan solo un año después es visible la enorme diferencia entre el vigor de sus copas y el tono apagado del bosque abandonado. ero para que el bosque esté cuidado tiene que ofrecer a su propietario, una rentabilidad que compense el esfuerzo y las inversiones requeridas.

Fuego, diversidad y Biodiversidad

Necesidad de discontinuidades en el paisaje

Un factor muy importante para que no se den los incendios incontrolables como venimos padeciendo  es la necesidad de discontinuidades horizontales y verticales y diversidad en las masas vegetales. Las discontinuidades de las masas vegetales ralentizan la velocidad de los fuegos y suponen un enriquecimiento de la biodiversidad. Desde el Neolítico, en Europa fueron reduciéndose los bosques, hasta llegar al límite del siglo pasado, época de plena economía autárquica. Pero con la aparición del tren, ésta empezó a desfigurarse hasta llegar a la situación actual, en que los bosques se extienden de forma demasiado continua. Es necesario cortar la tendencia actual que nos está llevando hacia la monotonía del paisaje. Los incendios van llevando hacia la monoespecificidad, la monotonía de los bosques, y se ven favorecidos por ella. Una finca bien gestionada debe tener diversidad de especies, para optimizar sus posibilidades y para disponer de más adaptabilidad frente a las variaciones del mercado. Esta diversificación de la masa forestal vendrá como consecuencia de la adaptación a las variaciones de suelo, clima y microclima de cada finca (vaguadas, etc ), por la introducción de los usos posibles (cultivos aptos para monte, explotaciones alternativas, agricultura biológica, recuperación de terrazas, etc.), también por las prácticas forestales correctas, la utilización de animales, etc.

Sociología del monte mediterráneo: la conveniencia de acuerdos entre los diferentes beneficiarios del bosque para la lucha estratégica contra el fuego

Abandono de los campos y los pastos

La actividad del hombre en la naturaleza, bien desarrollada es conveniente y necesaria en nuestras tierras. En el sistema alemán o francés un parque natural es una zona donde precisamente el hombre, que ha estado siempre en relación directa con ese lugar, es un elemento esencial; Es alrededor del hombre que se han ejercido unas actividades que hay que preservar y para ello hay que ayudar a que el campesino no huya de estos lugares, siempre y cuando actúe respetando la ecología del lugar, y según normas de la agricultura ecológica. Los bosques de Europa han aumentado de una forma geométrica desde mediados del siglo XIX, porque se han ido abandonando tierras, cultivos de trigo y patata, olivares, viñas, almendros y algarrobos; se han abandonado porque la población rural ha emigrado. Esta evolución empezó a mediados del siglo XIX con el tren, permitió un intercambio que facilitó el que se abandonaran las tierras. Primero las más accidentadas y ya últimamente se han abandonado tierras de grandes planicies debido a la globalización y especialización. También en zona mediterránea influyó la filoxera de las viñas. Por otro lado, la intensificación y mecanización de la agricultura y algunas innovaciones en los cultivos permitió abastecer a una población creciente con muchos menos agricultores. Al abandonarse los cultivos, con frecuencia nuestros antepasados plantaron castaños o alcornoques. En el caso de Euskadi, plantaron Pinus radiata. En otros se implantó el matorral por evolución natural. El monte por evolución se va sembrando de robles, hayas, etc. en las zonas de clima centroeuropeo, y en mediterráneo de encinas y alcornoques, robles, pinos, etc… La disminución del mosaico de campos, cultivos y pastos, provoca que frecuentemente encontremos demasiada continuidad en las masas forestales y los incendios se hagan más difícilmente controlables. Y dejando al margen el valor estético que aportan estos espacios abiertos entre la masa forestal, los cultivos son necesarios para la biodiversidad y resulta del todo conveniente para la sociedad en general, su recuperación. Por eso es necesario recurrir a sistemas silvícolas más variados, y potenciar los cultivos que rompan la continuidad. Conviene recuperar los terrenos planos y las terrazas, de manera que sean espacios abiertos, por ejemplo implantando en ellas: cultivos poco exigentes, productos de la agricultura biológica, monte adehesado de encinas, robles, algarrobos, olivos, etc. acompañados de pastoreo (cerdos ibéricos, caballos, ovejas, toros bravos), pastos para ganadería extensiva, producción biológica de plantas medicinales y aromáticas, actividades de turismo sostenible, etc.

Etiquetas árbolesbiodiversidadbosquecontrolfuegoincendiomediterráneoproyectos

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    • Pilar Pérez-Calvo Soler, Arquitecta del Paisaje, Especialista en Impacto Ambiental, Certifiée par l´Ecole Nationale Supérieure du Paysage. (Versailles), -France, Máster d' Arquitectura del Paisatge per l' Escola Técnica Superior d' Arquitectura .-Barcelona, Miembro de la Associació de Profesionals dels Espais Verds de Catalunya (A.P.E.V.C)

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