Jardin japonés Mediterráneo
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El jardín japonés puede ser uno de los espacios más ricos e interesantes de un jardin, no importa cuál sea su dimensión.

Acceder al jardín Zen atravesando un “puente”, ya sea de piedras o madera, nos prepara para vivir una experiencia nueva y “desconectar “un rato
A mi me entusiasma el jardín-arenero japonés, porque es un lugar maravilloso para todas las edades.
Si tiene niños, en vez de poner un arenero convencional en su jardín, aproveche ese espacio para poner un jardín Zen con algún tipo de arena que permita el juego de los niños, por ejemplo la rosada.

Las grandes piedras dan una sensación de solidez y estabilidad, de enraizamiento y de perpetuidad. Son deliciosas, y si el lugar lo permite (hace falta poder acceder con maquinaria pesada) vale la pena poner alguna.
En el proyecto de la foto, la gran roca con forma de asiento resulta acogedora y ayuda a interiorizar la energía de la roca, sensación agradable y armonizante. La otra piedra tiene forma de balancín, lo que aporta fluidez así como diversión para los niños.

Una ducha en el jardín es un disfrute! con el sol y el aire acariciando nuestra piel y un natural “masaje en los pies.
En la foto, el cuarzo azul tiene propiedades curativas y evoca la playa
Los trazos sinuosos permiten que el chi o energía fluya naturalmente, y este es uno de los puntos mas fundamentales o esenciales del Feng-shui, (antiguo arte chino que busca armonizar nuestra vida con las fuerzas del universo). En este proyecto, el movimiento curvo y ritmico de las cañas de bambú se complementa con el trazo sinuoso que dibuja el cuarzo azul, logrando asi una agradable sensación de fluidez.
La arena y el bolo blancos, si se usan, conviene que sea en un lugar no muy soleado, pues sinó podría resultar desagradable a los ojos por el reflejo de la luz. Se puede poner, por ejemplo, a la sombra de un gran árbol.

El jardín japonés representa una evocación del agua, con la arena y las piedras, y resulta muy poético e inspirador.
Pasearse por él reduce el stress, y ayuda a la concentración.
La selección de las piedras es muy importante, así como lograr una armonía en su colocación.
El resultado final debe dar sensación de naturalidad, sea o no sofisticado.
Se pueden poner piedras blancas, y es precioso con los “riviera sunshine”, que son piedras de río blancas.
También las rojizas como “rainbow”, las verdosas, etc.
Se ponen unas bordeando el “río” de arena, y otras en medio de la arena.

Con la vegetación adecuada, aún siendo adaptada al clima mediterráneo, (es decir, de poca o ninguna demanda de riego) vamos a conseguir una sensación de ribera.
Maravilloso el hemerocallis, con su follaje en forma de fuente y esas delicadas flores que recuerdan a algunas orquídeas, dará un toque de preciosidad.

En la imagen podemos ver hemerocallis de flor blanca, frankenia laevis como tapizante, y lobelia g. con sus flores rojas y porte caedizo
Para tapizar el suelo, la Frankenia laevis es perfecta, pero necesitará algunos riegos en verano, aproximadamente cada diez días. La verbena repens tapizará todo con flores como en la imagen inferior.

La festuca azulada resistirá los jardines sin riego alguno.
La Nandina doméstica aportará sus pinceladas rojizas y fogosas en otoño, y esos frutillos rojos tan decorativos. Es una buena sustituta del arce japonés, y mucho mejor adaptada a nuestro clima.

Esta piedra ofrece un bebedero natural a los pájaros y otra fauna silvestre, ayudando al equilibrio de nuestro jardín ecológico
En la foto vemos en primer plano la vitadinia o Erigeron karvinskianus, una pequeña margarita muy útil para los jardines sostenibles.
Algunas zoysias (cespitosa de alta resistencia a la sequia) se han utilizado para retener las tierras del talud de forma muy controlada pues apenas necesitan cortes ni mantenimiento y las verbenas repens dan una nota de color al conjunto.